Antes de que los Mapuches descubrieran como hacer el fuego, vivían en grutas de la
montaña; "casa de piedra", las llamaban.
Temerosos de las erupciones volcánicas y de los cataclismos, sus dioses y sus
demonios eran luminosos. Entre estos, el poderoso Cheruve. Cuando se enojaba, llovían
piedras y ríos de lava. A veces el Cheruve caía del cielo en forma de aerolito.