22 abr 2018

LA MAJAYURA, misteriosa princesa Wayúu


 MAJAYURA
                                                                                            por Julio Ariza Urbina



Cerca ya de la costa, donde la brisa cálida del lago impregna el aire con olor de mar, existe un lugar apartado en el que hay una caverna sagrada, llamada Puró, abierta bajo la tierra.
En aquella cueva, en la que nadie ha entrado jamás, habita una hermosa muchacha, que es la más bonita de todas las majayuras. Como ellas, está encerrada, blanqueándose entre las sombras, y ningún hombre se le puede acercar.


Esta majayura misteriosa no permaneció dos años en el encierro, sino que está allí desde hace innumerables lunas, siempre joven y bonita, pues el paso del tiempo no ha envejecido su cuerpo ni su rostro.
Algunas veces, cuando el sol calienta las rocas o cuando las estrellas se reflejan en el lago, la majayura de la cueva, cuidando de que nadie la vea, sale del escondite, brinca por encima de las pequeñas rocas, como albariscos y aceitunos silvestres y deja que sus pies se hundan entre la arena caliente.
Cuando en uno de estos paseos distingue con su rápida vista, que es tan aguda como la de un halcón, la figura de algún hombre, lo mira detenidamente y, si lo encuentra de su agrado, se transforma en una piedra blanca y se coloca en el camino del guajiro que ha despertado su deseo.
El hombre avanza fatigado por el calor y el polvo seco que le araña la garganta, y se fija de pronto en la roca tendida y en su lisa blancura que se destaca bajo los rayos del sol o entre las sombras de la noche, casi con la frescura de un pozo que se abriese en medio de los ardientes arenales.


Al verla, siente el deseo de detenerse a descansar sobre ella y camina de prisa para llegar pronto; pero cuando ya parece tenerla bajo los pies, la piedra se retira lentamente y él comienza a perseguirla, sin darse cuenta de que se le escapa una y otra vez, constantemente, hasta que al fin, obsesionado por el deseo de alcanzarla, cae dentro del lago y se ahoga.
Otras veces, la majayura, convertida en piedra, no se mueve, y deja que la alcancen los hombres que ha visto, pero en el momento en que la tocan quedan transformados en la piedra llamada Papach.
También acostumbra la majayura a desorientar al hombre que le ha gustado y, guiándolo por caminos desconocidos, lo conduce hasta la misma cueva Puró y allí se le aparece en su forma de mujer hermosa y atractiva, lo toma de la mano y lo hace recorrer la caverna, mostrándole los misterios ocultos para todas las gentes.
Y entonces, el hombre, fascinado por el encanto de la muchacha y por los prodigios que ve, se queda para siempre a vivir en la cueva.
Cuando alguno de los guajiros raptados por la majayura de tan extraña forma desea regresar entre las gentes de su tribu, ella lo deja marchar y, sacándolo de la cueva, lo conduce al camino del poblado, en el que lo abandona, desapareciendo misteriosamente.
Ya en su guanetu, el hombre olvida el tiempo transcurrido, pero no las cosas que le han sido mostradas y que siempre recuerda, aunque tiene que guardarlas para sí, pues si las contase a los demás, quedaría muerto, en castigo de haber intentado descubrirlas.

El texto de esta leyenda Wayúu está tomado del libro Kuai-Mare. Mitos aborígenes de Venezuela(Monte Ávila Editores, Caracas, 1993), de María Manuela de Cora, publicado originalmente en 1956.

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